sábado, 14 de diciembre de 2019

La agresividad en la infancia y la adolescencia


El tema que hoy nos reúne, exige cada día más, la presencia de adultos preparados y dotados de estrategias para acompañar y guiar el sano desarrollo de nuestros niños/as, por ello, en esta oportunidad, abordaremos preguntas tales como ¿Qué es la agresividad? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cuáles son los factores ambientales que la influyen? ¿Cómo acompañamos a nuestros niños/as ante una conducta agresiva? ¿Qué herramientas podemos usar para canalizar la agresión, sin que resulte peligrosa para él/ella o para los otros?
  
Porque sabemos que preocuparnos por situaciones de agresividad en nuestros hijos/as, es la puerta de entrada para ocuparnos, es por ello que aquí compartiremos aportaciones teóricas y prácticas que te ayudarán a tener más claridad al momento de acompañar crianzas sanas. 

La agresividad, es la resultante de un estado emocional que se nutre de sentimientos tales como, la ira, la hostilidad y el odio, la agresividad busca su vía de escape en la agresión.
Por ello, entendemos a la agresión como la conducta que tiene como fin, herir psicológica y/o  físicamente a otra persona, animal u objeto. 

La agresividad  se incrementa con el pasar de los tiempos. La realidad social en la que vivimos propicia generaciones cada vez más agresivas, así niños/as, adolescentes y  adultos nos encontramos impregnados de situaciones agresivas, así como también siendo un componente fundamental la presencia de las pantallas. Es una realidad que los  niños/as pasan mucho tiempo delante de pantallas, somos conscientes que mucho de los contenidos infantiles contienen una gran carga de violencia, los cuales, sin la presencia  de un adulto que modere , guíe y enseñe a reflexionar, se terminan asimilando, naturalizando y normatizando. 

¿Por qué los adultos debemos saber identificar aquellas situaciones que puedan desencadenar una conducta agresiva? Sencillamente porque habrá veces que el niño/a reaccionará con una conducta agresiva como parte de su desarrollo evolutivo normal, otras veces, lo hará imitando a los protagonistas (por ejemplo, haber visto o escuchado sobre las conductas agresivas de un conocido personaje infantil de estos tiempos, que muestra entre otras conductas manifiestas el egocentrismo), pero también podemos entender que los niños/as actúan con agresividad porque sus modelos (adultos significativos ) actúan así. 
Sea cual sea el motivo por los cuales un niño/a manifieste una conducta agresiva, es necesario enseñarles a reconducir la violencia hacia descargas que no supongan un daño para él, para otra personas o sobre algún objeto.
Será importante comprender que la agresividad en los niños/as se puede presentar  como actos físicos o verbales directamente con quien considere objeto de su ira, rabia, frustración, pero también desde acciones no verbales, con gestos que manifiestan su descontento (como sacar la lengua) o arremetiendo contra objetos de quien ha originado el conflicto. 

Ahora que vimos cómo se puede presentar la agresividad, hablaremos sobre cuáles son sus componentes sabiendo que responden a 3 áreas: psicológica cognitiva, fisiológica y motora. 

Área psicológica cognitiva : 
El conjunto de actitudes y pensamientos que describiremos dan argumento a la conducta agresiva manifiesta.
  • Son exigentes en cuanto a lo que quieren. 
  • No son reflexivos. 
  • No consideran los sentimientos de los demás.
  • Solo les importa lo que quieren.
  • Su necesidad importa más que la de los demás.
  • Tienden a pensar que comportarse de forma agresiva los hace menos vulnerables a los otros (autoestima baja). 
  • Si no obtienen lo que quieren, presentan cuadros de frustración ansiedad o depresión.  

Área fisiológica:
El conjunto de conductas, reacción que describiremos suelen predisponer a realizar acciones impulsivas
  • El ritmo cardíaco aumenta.
  • El ritmo de la respiración aumenta.
  • Su cara se enrojece como consecuencia de una dilatación de los vasos sanguíneos.
  • En cuanto al tono muscular se observa tensión y tendencia a cerrar los puños.
  • La cabeza suele elevarse por adquirir una postura erecta y de hombros hacia atrás. 
  • Fijan la mirada. 
  • Elevan la voz y el habla se torna rápida. 
  • El cuerpo realiza movimientos y gestos amenazantes mientras invade el espacio del otro.

Área motora:
Se percibe en los actos y conductas , de manifestación  disruptiva 
  • Pegar.
  • Insultar.
  • Tirar, romper. 
  • Llanto.
  • Rabieta. 
  • Desobediencia.

El conocer los componentes nos permite anticipar una acción que se desencadenará en una agresión, nos permite comprender el porqué es importante canalizar la agresividad hacia conductas más adecuadas y es aquí donde se vuelve necesaria la intervención del adulto responsable (mamá, papá, educador) que guíe y marque la diferencia entre comportamientos. Las consecuencias de no hacerlo, repercuten directamente sobre la autoestima y el autoconcepto del niño/a, pero también sobre los patrones de conductas que se consideran adecuadas ante determinadas situaciones. 

Podemos observar, en lo que venimos desarrollando, que las manifestaciones agresivas se presentan inherentes al desarrollo del niño/a, la empatía, el autocontrol, la reflexión,
entre otras, se deben construir. No es justificativo, para nosotros los adultos responsables de la crianza, esperar que el tiempo pase, que el niño/a crezca, para que por arte de magia, con el  crecer, las conductas agresivas desaparezcan, no hay nada más lejano a esa creencia y te diremos por qué. Sucede, que si el niño/a, entiende que cuando se manifiesta agresivamente consigue sus fines, logra respeto, obtiene beneficios etc. etc., estas conductas se refuerzan y mantienen en el futuro. Si por el contrario, en la misma situación hay un adulto que detiene, reconduce y guía la acción, el niño/a percibirá que con su conducta no se ve recompensado, por el contrario encuentra un límite, buscará otras vías por las cuales abordar la situación y obtener los beneficios que busca. 

Para poder dirigir hacia acciones concretas, debemos  conocer sobre cuáles son las conductas agresivas que se consideran adecuadas a lo largo del desarrollo del niño/a o adolescente, debemos comprender qué manifestaciones se deben aceptar, según cada etapa y en cuáles se debe detener y reorientar. 
A continuación te ofrecemos una guía según edades, las cuales, si bien se fundamentan desde la teoría psicogenética de Piaget, hay que tener en cuenta que todo niño/a es un ser bio-psico-social, atravesado por un entramado circunstancial particular, que en su conjunto da lugar a su singularidad, y por tanto, puede haber un desfase entre tu hijo/a y el siguiente cuadro orientativo.
0-1 Sus necesidades suelen ser el motivo de la conducta (sueño, hambre, aburrimiento) por ello realizan la manifestación agresiva mediante el llorar.
👣 Nuestro objetivo será reducir la tensión y el consejo es mantener hábitos y rutinas que le den seguridad y orden. Ya que, si puede predecir respuestas de satisfacción aprenderá a tranquilizarse.
2-3 Es la etapa del  no  y del yo solo,los  motivos  surgen por conflictos con la autoridad.  En esta etapa buscan afianzarse en la autonomía y su manifestación se hará visible mediante la  rabieta. Esta etapa tiene el nombre de los terribles 2 y merece un artículo que las analice y desarrolle  aparte.
👣 En esta etapa tú objetivo será acompañar ese proceso de autonomía, por ejemplo, ambiente acondicionado para que pueda acceder a realizar las actividades autónomamente.
Cuando esté manifestando una conducta agresiva la sugerencia es, intentar hacerle ver que comprendemos lo que quiere, que entendemos su enfado, buscar calmarlo desde la contención emocional, con la entereza que supone,  hasta que se de la extinción de la conducta. Cuando el niño/a sienta contención y esté calmado, reconducir su atención hacia otra actividad reforzando la conducta adecuada diciendo por ejemplo:- ¡oh qué bien, mira que bien te encuentras ahora, me pone muy contenta ver que estás a gusto!, no como recién, que llorabas y no estabas bien… ¿no estar bien nos hace sentir malos verdad? Mejor estar así, calmos, así podemos disfrutar lo que estemos haciendo- No pretendas realizar una reflexión profunda de lo que está bien, lo que está mal, simplemente apela a la sensación de la experiencia reforzando positivamente lo bien que estamos cuando estamos en calma.
Hay autores que proponen el método de extinción, que consiste en no atender la conducta agresiva del niño/a y reforzar positivamente cuando su conducta sea adecuada. Desde nuestra posición creemos que la manifestación del niño/a lo supera al punto de desborde y que requiere de una contención que provenga de un otro, que empatice con su angustia, aún sabiendo que la misma no tiene  razón de ser, dándole el reconocimiento de que existe, que lo afecta y que requiere de cariño, para conducirlas hacia estados de bienestar. El adulto que entienda que todas esas conductas manifiestas tienen un origen en una etapa de afianzamiento y que nada tiene que ver con ser malos niños , desobedientes , mal educado ni nada por ese estilo, podrá ejercer su función contenedora, moldeadora de manera afectuosa y tolerante, retirando al niño/a de la situación y reconduciendo el estado emocional hacia otro más positivo. 
4-5 Suele darse la frustración  por no obtener o lograr lo que quieren y se manifiesta en desobediencia y  peleas.
👣 El objetivo en esta etapa será, ir integrando la norma, para ello es importante que los padres sean coherentes y firmes con los límites que impongan, porque hay que entender que las conductas como esperar turnos , pedir en lugar de arrebatar, prestar, se aprenden paulatinamente y  requieren un aprendizaje que implica autocontrol para resolver los conflictos… Por ello, no te apures a exigir a tu niño que preste su bicicleta nueva, que hace tanto viene pidiendo y que por fin le regalaron para su cumpleaños, en esta etapa tu hijo no será egoísta por querer pasar más rato con su juguete, o más tiempo en el columpio, no entiende de tiempos, no es malo, ni es mal educado, no le regañes por no prestar. Piensa en estrategias para evitar esas situaciones, siendo consciente que pueden suceder, presenta la posible situación a tu hijo con anterioridad e invita a pensar cómo se siente, por ejemplo, cuando alguien se queda en el columpio. Intenta hacer un plan, un acuerdo en el cual establecer conductas adecuadas ante situaciones conflictivas.
No te engañaremos diciendo que será una solución a la primera, pero sí te aseguramos, que a medida que brindes más espacios de reflexión y momentos para pensar cada  situación con tus hijos, se irán conformando las bases sobre las cuales se construirán, no sólo posibles formas resolutivas, sino que además, aprenderá a anticipar y actuar en consecuencia de forma autónoma.
 6-7 Etapa en la que el niño/a empieza a ser consciente de normas morales y la
rebeldía  puede presentarse como un motivo de conducta agresiva. Se observa la pelea física o verbal y  aparece la competencia.
👣 El objetivo del adulto será desarrollar poco a poco la adaptación social del niño/a, para ello deberá  enseñar sobre el control de los sentimientos, siendo esto el primer paso. Para este objetivo, podrás usar por ejemplo, lecturas sencillas, en las que el niño/a aprenda a poner nombre a lo que le pasa, mientras que, paralelamente, se le enseñe sobre  normas, respeto y empatía. Por ejemplo, cuando los niños peleen porque piensan diferente, se debe
mediar dando lugar a la escucha, estableciendo turnos de palabra, con normas claras, por ejemplo no poder insultar. El adulto que medie debe transmitir, por un lado, que escuchar lo que piensa el otro ayudará a entender el  enfado, así como también ser escuchado, permite expresar de manera respetuosa cual es la razón del propio enfado, por otro lado permitirá establecer que el fin de la mediación es concluir con una solución beneficiosa para ambos. 
7-14 En esta etapa defienden los derechos que identifican, desde su perspectiva, como justos, también es esperable que en la medida que se  identifican con el grupo, se diferencian de sus padres, así es que, como manifestación agresiva, se puede  observar rechazo a la familia. Es importante que tú padre, madre, educador entiendas que parte del rechazo tiene su origen en que buscan encontrar identificación con el grupo de pares y eso supone la diferenciación con el adulto, manifestándose, la mayoría de las veces, en estallidos de ira por sentimientos de injusticia. 
👣Tu objetivo será continuar trabajando estrategias de autocontrol como por ejemplo enseñar la técnica de la tortuga, a la vez, invitar por medio de reflexiones, a la formación de la empatía, ya que todo esto  propiciará un desarrollo de una autoestima positiva. 
Tu hijo/a no es malo porque no quiere llevar ese jersey navideño que antes tanto le gustaba y que ahora no quiere ponerse, no, tu hijo/a no es malo contigo, sucede que eso ya no se lleva y la mirada de su grupo de pares es muy importante. En la misma línea de los motivos de conducta agresiva, en esta etapa te diremos que tú hijo/a no te odia, desde su perspectiva eres injusto porque no lo dejas ir al pijama party al aire libre al que irán sus amigos, te reprocha porque todos irán,menos él. Desde Mamás en colores volvemos ha hacer hincapié en tus objetivos en esta etapa, entendiendo que las manifestaciones aparentemente de rechazo familiar no  tiene otra razón de ser que una manifestación agresiva, propia de la etapa evolutiva. Si tu entiendes esto, serás capaz de sobrellevar con tolerancia, respeto y empatía las necesidades del  niño/a o adolescente, estableciendo límites respetuosos y coherentes. 

Luego de conocer más sobre el crecimiento de nuestros niños/as y adolescentes, llegó la hora de enumerar algunas  estrategias que te servirán, a la hora de enseñar a tu hijo y a tus alumnos a canalizar la agresividad:
👣Hacer un dibujo sobre lo que provocó su enfado. (En edades más tempranas)
 👣 Salir a dar una vuelta. Caminar, correr, andar en bicicleta o patinete. (A cualquier edad)
    👣Contar hasta 10 cuando se dé cuenta que está por empezar a insultar o pegar. (A partir de los 4 o 5 años)
      👣Técnica de la tortuga. (Desarrollada en la sección de técnicas en colores)
        👣Técnica de relajación progresiva. (Desarrollada en la sección de técnicas en colores)
    👣Lectura de cuentos donde se pueda reflejar la conducta a trabajar. (textos sugeridos en la sección lectulazos)
👣 Practicar la escucha, la reflexión y el diálogo. (A partir de los 4 o 5 años).
    👣 Juego de cambio de roles. (a partir de los 4 años).
 👣 Construcción de normas. (A partir de los 6 años)




De esta manera nos hemos introducido a la temática de la agresividad, pero esto es solo una pequeña parte de lo que su abordaje demanda. Por esto, el artículo intenta ser la puerta de entrada a muchos temas que nos atañen y nos preocupan a diario en la crianza de nuestros niños/as y adolescentes. Esperamos que aquí, hayas encontrado información útil para ayudarte, no sólo a detectar y ser más comprensivo con las necesidades de tu hijo/a o tus alumnos que se manifiestan en conductas disruptivas, si no que además te hayas abastecido de estrategias para acompañar el desarrollo de infancias sanas.
Es necesario que sepas que, como miembros de una sociedad somos parte de un entramado, donde la historia de un pueblo, la historia personal, las acciones del otro influyen directamente sobre nosotros y sobre nuestras infancias, por ello, cada artículo que te propongamos será sólo la introducción a un todo más complejo y más profundo, que en su conjunto ayudará a formarnos en adultos comprometidos y responsables  porque, “en el  adulto habita el niño, y  es en la niñez, donde está la base del adulto sano”.

Ivana y Julieta  desde 
Aprendiendo con mamás en colores



Fuentes:

Chías,M., Zuritas, J.. (2010) EmocionArte con los niños .Sevilla: Editorial Desclée De Brouwer.

Fernández, E., García,B., Jiménez, M.ª P., Martín, M.ª D., Domínguez, F. (2011). Psicología de la emoción. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces. 




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